Nunca he sido mucho de playa, si de mar, pero desde hace un par de años no puedo entender el verano sin un chapuzón en el Mediterráneo. Tengo la suerte de poder disfrutarlo cada fin de semana, y ese baño cada viernes por la tarde aún sacrificando mi amada siesta es como una cura de estrés de toda la semana de trabajo. Cuando inicias el camino que va desde la toalla hasta la orilla y tus pies notan el agua templada del mar de Cunit sabes que se acabaron las prisas y que al menos durante dos días te puedes tomar las cosas con calma. Lo mejor el primer chapuzón, la muy ansiada y refrescante sensación de bucear no tiene rival, medicina pura y liberador de la mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario