Sinceramente, nunca pensé que fuese a disfrutar tanto en un concierto de La Mercè, y obviamente lo digo por el hecho de hablar de una ciudad de más de tres millones de habitantes, de un concierto gratuíto y de mi poca tolerancia ante alguien que me joda un show con sus comentarios o habladurías que poco o nada tengan que ver con el personaje que esté en ese momento encima del escenario.
Pues bien, ayer sucedió lo que no esperaba y es que el 90% de la gente que había de la tabla de sonido en adelante estaban atento a quien nos trataba de transmitir su música.
Conozco a James Hunter desde hace muy poco, más que nada por haber leído una entrevista suya en la Popular 1 y haber escuchado su último disco (por curiosidad) en Spotify unas cuantas veces. Ahora, después de verlo, tengo dos cosas claras: que en cuanto pueda comprare The Hard Way y de que este tío lo parte en el escenario.
Su Soul no es tan revitalizante ni adrenalínico como lo pueda ser el disco de Black Joe Lewis, pero tiene más clase, acaricia con más mimo las melodías de sus temas y suaviza con su voz a todas las fieras, me gusta, es relajante, agradable escuchar su música, dejarte llevar por el ritmo que el contrabajo reparte sobre el escenario, y ver a Hunter dirigir a sus músicos y hacerlos brillar cuando estos lo merecen, compartiendo así su protagonismo.
Amén de lo buen tío que parece, muy inglés, muy bromista y disfrutando de verdad con sus canciones. Lo de ayer fue sin duda una gran noche.
No quiero olvidar de mencionar a la artista que tocó antes que Hunter, una inconmensurable Janiva Magness, perdonad mi ignorancia pero no conocía a esta tipa de nada y tanto mi novia como yo quedamos bastante impresionados con los sesenta minutos que llegamos a ver. 52 años de mujer increíblemente llevados, con un corro de voz y una banda que rompía con todo, blues de calidad, voy sin duda a seguirle la pista.
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