Ayer asistí por primera vez a esta nueva generación de películas en 3D que está tan de moda y que por el momento actúa de salvavidas de la gran industria cinematográfica, porque yo al menos no recuerdo haber asistido a un cine con las entradas agotadas con un film que lleva casi diez días en cartelera.
Salí gratamente sorprendio por este nuevo concepto de 3D, y comentábamos con los colegas después de la película, lo que más me convenció no fue el hecho de que los elementos visuales parezcan salirse de la pantalla, lo cual está limitada por la misma, sino esa sensación de profundidad que es atractivo para los sentidos incluso cuando son escenas de diálogo entre dos personajes. Con esto me refiero a que para disfrutarlo no hace falta ir a ver una superproducción llena de efectos especiales, sino que creo que cualquier film ganaría mucho con el 3D. Hombre, mentiría si no dijese que me costó unos 30min acostumbrarme a las gafas (¡cómo pesaban!) y al efecto de profundidad, pero pasada la olestia inicial el disfruté posterior fue de verdadero gozo.
La película Avatar fue lo que esperaba, un film de Disney para adultos con unos impresionantes efectos de infografía y animación. Sin duda a día de hoy la película líder del sector pero que para nada marca un antes y un después como se venía diciendo, sencillamente es un paso adelante que alguien debía dar tarde o temprano y una evolución lógica en cuanto a la combinación de realidad y ficción. Para nada quiero restar méritos a sus dos horas y cuarenta minutos de metraje, disfruté como un enano dejándome deleitar por su belleza visual pero ni de lejos es la mejor película ni de la década ni del presente año.
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